Comentamos en esta ocasión un conocido soneto de Quevedo:
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esotra parte en la ribera 5
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa:
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado, 10
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
(Quevedo, Francisco de: Obra poética, tomo I, ed. de José Manuel Blecua Teijeiro. Madrid, Castalia, 1969-1971, pág. 657.)
Francisco de Quevedo y Villegas (Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, 1645) llevó una vida bastante atribulada. Estudiante de notable cultura, como consejero del Duque de Osuna o secretario de Felipe IV se esforzó en mantener la hegemonía española en Italia. Su fracaso en política fue notorio y sufrió varias temporadas de prisión o destierro.
En cuanto a su labor literaria, Quevedo es, para muchos, el más alto virtuoso del lenguaje que ha dado la literatura en español. Fue capaz de manejar las palabras, los conceptos y la sintaxis con una maestría insuperable. Sin embargo, en ningún caso se trata de palabrería banal, sino que mediante sus alambicados malabarismos lingüísticos es capaz de revelar hondas preocupaciones filosóficas, un acerado afán satírico o su visión amargamente barroca de la vida.
Más que una simple corriente o estilo reconocible, el Barroco es toda una estructura cultural afianzada en el contexto histórico-social de finales del siglo XVI y el XVII. La crisis política, económica y social de la época (desmoronamiento del imperio español, que Quevedo quiso y no pudo detener, derrotas militares, corrupción política, despoblamiento, miseria…) crea un ambiente psicológico de desconfianza y de angustia que acaba reflejándose en las manifestaciones artísticas.
Así pues, el Barroco desbarata el idealismo renacentista, su confianza en el ser humano, su entusiasmo por la belleza del mundo, de la naturaleza y de todo aquello que el ingenio podía crear.
En literatura, y como veremos al analizar este soneto, la crisis del idealismo renacentista se manifiesta en una estética que se separa de las normas clásicas (no del todo, puesto que el soneto que nos ocupa es canónico) o en la búsqueda de formas inestables, contradictorias y perturbadoras a la par de conmovedoras.
Hay que tener en cuenta que, si bien renovadora, la estética barroca no rompe tajantemente con lo anterior. Quevedo se inserta en el fluir de la tradición literaria tomando tópicos o ideas cultivados ya en latín y posteriormente en la Edad Media y el Renacimiento. Esto se puede apreciar tanto en su obra política, filosófica y moral como en la lírica amorosa, religiosa o satírica.
En lo tocante a la poesía amorosa, se pueden ver en nuestro soneto algunos elementos del amor cortés medieval y del petrarquismo (el amor idealizado y no correspondido, el fuego como símbolo o metáfora del amor), que el poeta retuerce con recursos sintácticos como el hipérbaton o el encabalgamiento y con asociaciones inesperadas, sutiles, rebuscadas. Los estudiosos han reconocido en esto una tendencia de la literatura barroca que han denominado conceptismo. Lean aquí algo más sobre conceptismo y culteranismo: https://vma-hernandez.com/2008/11/29/ay-misero-de-mi-ay-infelice-monologo-de-la-primera-jornada-de-la-vida-es-sueno/
El tema principal de la composición es el afán de un alma atormentada por encontrar sentido a la vida.
“Cerrar podrá mis ojos…”es un soneto complejo que no ofrece una lectura unívoca. La crítica se ha extendido en las dificultades de comprensión y ha propuesto varias soluciones en algunos pasajes. Mi propósito no es la crítica filológica sino el comentario de texto. Por esta razón, me ceñiré en general a la lectura más evidente o comúnmente aceptada.
A mi juicio, el tema principal de la composición es el afán de un alma atormentada por encontrar sentido a la vida. Es importante también en todo el soneto la idea del rechazo a la muerte como fuerza suprema de todo lo humano.
Para comunicar este sentimiento, Quevedo parte de un elemento petrarquista (el amor extremado y penitente que el poeta alberga hacia su amada) para moldearlo con su obsesión más profunda, el morir inexorable. Así pues, el soneto afirma que el amor supera todas las contingencias materiales y espirituales de la vida humana, incluso la muerte.
Por esta razón, a menudo, se considera que el tema principal es “el triunfo del amor sobre la muerte”. Sin embargo, esto es más bien una hipérbole que ilustra el amargo sentir quevedesco. Es decir, no es el mensaje del poema sino un recurso literario que ayuda a transmitir el desasosiego espiritual de la voz poética.
“El triunfo del amor sobre la muerte” no es el mensaje del poema sino un recurso literario que ayuda a transmitir el desasosiego espiritual de la voz poética.
Aparece aquí el tópico literario amor post mortem, cultivado desde la época clásica: lo utilizaron Propercio y Horacio, en latín, o Dante ya en la Edad Media. En la literatura española, encontramos ejemplos en Garcilaso, el Tenorio de Zorrilla o Espronceda en El estudiante de Salamanca. Ha llegado también a la literatura popular, como muestra el precioso romance del Conde Olinos (con su variante el Conde Niño). No se lo pierdan, recogido y cantado por Joaquín Díaz: https://funjdiaz.net/a_canciones2.php?id=195
En cuanto a la métrica, se trata de un soneto, esto es, catorce versos endecasílabos repartidos en dos cuartetos y dos tercetos, con rima consonante ABBA ABBA CDC DCD.
Bajo mi punto de vista, la estructura interna se divide en tres partes:
– 1aparte (versos 1 a 4): en el primer cuarteto la voz poética reconoce a la muerte como momento inexorable.
– 2a parte (versos 5 a 8): el segundo cuarteto se contrapone al primero afirmando el poder de su amor frente a esa muerte irremediable.
– 3aparte: (versos 9 a 14): en los dos tercetos se detalla cómo el cuerpo humano, perecedero, mantendrá vivo el amor fenomenal del poeta después del último tránsito.
A continuación, veremos cómo cada una de estas tres partes consigue comunicar al lector el tema principal del poema: la rebeldía ante la muerte de un hombre que busca el significado de su existencia.
Como ya hemos mencionado, la primera parte muestra el poder de la muerte sobre el cuerpo (versos 1 y 2: “mis ojos”) y el alma (versos 3 y 4: “esta alma mía”) humanos. Podemos ver aquí varios recursos literarios propios del barroco:
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevaré el blanco día;
En primer lugar, el hipérbaton (la postrera sombra podrá cerrar mis ojos). Este desorden sintáctico, reflejo de la congoja interna del ser humano, subraya la autoridad de La Parca llevando el verbo“cerrar”al principio de la composición. En segundo lugar, otra expresión del torturado vivir del hombre barroco es el encabalgamiento entre los versos 1 y 2.
Cabe destacar el uso del futuro “podrá”, que rebaja la superioridad de la muerte anunciando el segundo cuarteto: “La muerte podrá cerrar mis ojos, pero…”.
En estos versos la muerte aparece en dos metáforas: “postrera sombra” y “blanco día” (la palabra “muerte” no aparece en todo el soneto). Por un lado, la contraposición de “sombra” y “blanco” se une al hipérbaton y al encabalgamiento para retorcer el estilo al modo barroco; por otro, se atribuye a la muerte una connotación positiva en “blanco día” (blancoen el sentido de “luminoso”, “alegre”). Gracias a este juego conceptual, el poeta nos dice que morir es para él una liberación, tal es el dolor que este sentimiento le produce1.
Adviértase la paradoja que supone rebelarse ante la muerte pero sentirla como una liberación. Esta aparente contradicción es otro ejemplo de esa complicación formal que se ha llamado “conceptismo”. La torturada voz del poeta busca una luz que justifique su presencia en este mundo. La encuentra negando que la muerte sea el final de un sentimiento humano (al caso, el amor), pero admitiendo el alivio que supondrá el fin de sus agonías.
El verso 3 comienza con un quiasmo que contrapone los sintagmas “Cerrar podrá” del verso 1 y “y podrá desatar”.
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;
Este paralelismo prolonga el poderoso inicio de la composición, esto es, la referencia al morir inevitable. De nuevo, un hipérbaton desordena la sintaxis, como en los dos primeros versos:
“y la hora lisonjera a su afán ansioso podrá desatar esta alma mía”.
Esto es, “mi alma está ansiosa por liberarse y la muerte (la hora) dará gusto a su preocupación”. Como en los dos primeros versos, la metáfora “hora lisonjera” recalca la facultad bienhechora de la muerte. El mensaje detrás de estos endecasílabos salomónicos es: “la muerte, que aguardo ansioso, separará mi alma y mi cuerpo”.
En resumen, esta primera parte comunica dos ideas: “la muerte lo puede todo” y “la muerte será una liberación bienvenida”. Ambas anuncian el tema principal del soneto: “sublevarme ante este poder absoluto dará un sentido a mi vida”.
Mencionamos más arriba que la segunda parte (esto es, el segundo cuarteto) se contrapone al primero con el fin de defender la supremacía del amor sobre la muerte (recordemos, elaboración literaria del argumento pero no idea principal). La conjunción adversativa “mas” y el adverbio “no” funcionan como breve y eficacísima bisagra de esta oposición.
Veamos ahora los versos 5 y 6:
“mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía.”
Aquí encontramos otro ejemplo de hipérbaton: “pero (mi alma) no dejará en la orilla la memoria de esa otra parte donde ardía”.
Se refiere a la orilla tanto del río Leteo, río del olvido, como de la laguna Estigia. Según la mitología griega, las almas de los muertos abandonaban todo vestigio de su vida terrenal al cruzar sus aguas y arribar a su última morada. Lo que dice en estos dos versos es “yo no voy a ser como los demás, mi alma no se olvidará de este sentimiento puro y humano que albergo”. Vemos aquí distintamente una de las ideas esenciales del poema, la insurrección de un mortal ante el poder omnímodo de la muerte y el sentimiento de que la vida del poeta puede tener sentido por sí misma, ya que es capaz de trascender a la muerte.
Por otro lado, la voz poética se refiere en los versos 6 y 7 al amor mediante la alegoría del fuego, que en este poema se manifiesta en cinco metáforas:
“ardía” (v. 6), “llama” (v. 7), “fuego” (v. 10), “ardido” (v. 11), “ceniza” (v. 13).
La asociación del fuego con el amor ha sido cultivada porpoetas de todas las épocas2.
El contraste con el primer cuarteto se manifiesta ahora en los versos 7 y 8, de estructura paralela:
“nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.”
En el séptimo, la “llama” se opone al sintagma “la agua fría”, alusión a las purificadoras aguas del olvido, esto es, metáfora de la muerte; en el octavo, el contraste se arma entre “perder el respeto” y “ley severa”, nueva referencia a la muerte. Estas dos oposiciones afianzan así la elaboración literaria del segundo cuarteto: “Mi amor perdurará después de la muerte” y los dos temas principales: “mi vida tiene valor en sí misma porque puedo desafiar a la muerte”.
Además de un bellísimo poema de amor, “Cerrar podrá mis ojos…” es, sobre todo, la expresión de hondas inquietudes filosóficas.
En la tercera parte, la complicación formal se muestra, por un lado, en la estructura paralela de los versos en el primer terceto. Además de compartir estructura sintáctica (oración de relativo), los tres empiezan con el elemento del poeta que fue vehículo de su amor en vida: “alma”, “venas” y “medulas”. Es evidente la gradación desde lo espiritual a lo material.
El poeta continúa retorciendo el estilo al relacionar cada verso con su correspondiente del segundo terceto (aunque algunos estudiosos que han analizado la sintaxis no lo ven tan claro):
“Alma a quien todo un dios prisión ha sido, / su cuerpo dejará, no su cuidado;” (9 y 12)
“venas que humor a tanto fuego han dado, / serán ceniza, mas tendrá sentido;” (10 y 13)
“medulas que han gloriosamente ardido; / polvo serán, mas polvo enamorado.” (11 y 14)
En los versos 9 y 12 se retoma la idea del alma que se separará del cuerpo humano con la muerte, pero no olvidará su amor. “Cuidado” tiene aquí el sentido de “preocupación” o “tormento”, lo que nos invita a pensar, de nuevo, que el amor que siente no es correspondido, como debe ser todo amor en la tradición lírica. La “prisión”, en cambio, se puede interpretar de dos maneras:
– Mi alma ha sido la prisión del dios Amor.
– Todo un dios (la mujer que amo) ha sido la prisión de mi alma.
Preferimos la segunda opción, puesto que, en nuestra opinión, “a quien” encaja mejor con en antecedente “alma” que con “todo un dios”. En cualquier caso, lo que entendemos es que el suplicio de amor pervivirá en el espíritu.
Los otros dos pares de endecasílabos (10-13 y 11-14) presentan, además, una cuidada estructura en la que se aprecian dos recursos: paralelismo y gradación.
cuerpo humano (vida) | fuego (pasión amorosa) |
“venas”, “humor” | “a tanto fuego han dado,” |
“medulas” | “que han gloriosamente ardido;” |
resultado del fuego (muerte) | conjunción adversativa que opone el amor a la destrucción material. |
“serán ceniza” | “mas tendrá sentido;” |
“polvo serán” | “mas polvo enamorado.” |
Todos los elementos centrales del soneto están aquí contenidos para plasmar el tema principal con una fuerza inusitada. La gradación se articula como sigue:
vida → fuego → muerte → amor tras la muerte.
Para empezar, la cruda referencia a los tejidos humanos y a la sangre es un rasgo de estilo barroco que marca la ruptura con el idealismo renacentista. Seguidamente, una oración de relativo introduce el tema ya mencionado del fuego como metáfora del amor.
En este punto, el lector puede ver la muerte en dos expresivas metonimias propias del Barroco (“ceniza” y “polvo” por muerte). De nuevo, el quiasmo contribuye al la complicación conceptista del poema. Por último, la conjunción adversativa “mas” introduce la oposición fundamental del poema: “voy a morir y mi cuerpo se pudrirá, pero…”.
Lo más admirable es que todo este andamiaje conceptual da como resultado unos versos tan célebres como hermosos, sin duda entre los más recordados de la literatura en español. Sin embargo, como dijimos al principio del comentario, además de un poema de amor, “Cerrar podrá mis ojos…” es, sobre todo, la expresión de hondas inquietudes filosóficas.
Así pues, en el verso 13 leemos un sintagma que, a mi modo de ver, representa nítidamente el tema central: “mas tendrá sentido”. El bellísimo soneto amoroso adquiere así mayor profundidad intelectual, al anunciar el anhelo último de la voz poética: dar sentido a una vida sembrada de angustias, frustraciones, sinsabores y derrotas.
En resumen, he tratado de demostrar que “Cerrar podrá mis ojos…” no es sólo uno de los poemas amorosos más celebrados de la literatura en español sino también una de las manifestaciones artísticas que mejor representa el sentir barroco: en estos versos Quevedo recoge una larga tradición poética para renovarla con su magna zozobra espiritual y un ingenio literario inigualable. Se justifica así, con todos los títulos, el asiento de su autor en la más alta eminencia de las letras españolas.
1. Es este uno de los rasgos comunes en la poesía renacentista y la barroca: se trata en ambos casos de lírica amorosa, dirigida a una amada idealizada (y que además no existe, o está como mucho inspirada en una mujer real). En ambos casos, el amor supremo le causa al poeta un sufrimiento abrumador, en el que parece regocijarse. La diferencia consiste en que los poetas del barroco consideran que pueden expresar su visión desencantada y contradictoria de la condición humana con recursos literarios que anteriormente no se consideraban “bellos” o “dignos de aparecer en una obra literaria”: hipérbatos, encabalgamientos, antítesis o alusiones tanexplícitas como “venas” o “médulas”.
2 Un renacentista hubiera tenido, tal vez, reparo en utilizar el término “ceniza”, demasiado árido para su alto ideal de la lengua lírica amorosa.